miércoles, 9 de octubre de 2013
SOBRE EL IBI (OLIVA 2013)
SOBRE EL IMPUESTO DE BIENES INMUEBLES (IBI)
El aumento del IBI, en la época de recesión y crisis actual, es una política regresiva que dificulta la recuperación económica y castiga, sobre todo, a las clases medias y bajas del país. Incide en un sector (el de la construcción) que ha sido la panacea de los Ayuntamientos cuando el número de licencias de obra era desproporcionadamente elevado, y es sobre el mismo sector (ahora en la UVI) en el que más se aumenta la presión fiscal municipal (IBI, ICO, basura).
En nuestra ciudad, en el plazo de nueve años, la cuota a pagar del IBI se va a duplicar (de media) para los propietarios de viviendas y locales: ¿está previsto que los sueldos también se dupliquen en ese período?.
En Europa, el IBI no está implantado en todos los países por igual: en los anglosajones su existencia es reciente y ha sido enormemente contestada por los ciudadanos (en Irlanda, hay un 50% de la población que se niega a pagar). En general, no alcanza la cuantía recaudatoria que en España. Se concibió como impuesto local, y su incidencia en las rentas siempre fue menor. Hoy ya no lo es: en una familia estándar, con uno de sus miembros trabajando, propietaria de una vivienda, o más aún de una casa, el impuesto puede suponer perfectamente hasta el sueldo de un mes de trabajo.
No obstante, es reconocida la importancia de tener una relación actualizada del valor de las propiedades inmobiliarias: sirve de referencia a numerosos impuestos y actos jurídicos. Pero ello no es óbice para que la aplicación del IBI pudiera ser mucho más justa y equilibrada: se pueden actualizar los valores catastrales pero bajar los tipos para la aplicación del impuesto (por ejemplo). Más justo sería aún que se eximiera a la vivienda familiar del pago (y también al local comercial propio y principal de un negocio), y tan sólo gravara (y de forma creciente) a quien posea más viviendas o locales. Además es un impuesto duplicado: ya se paga en el IRPF por un supuesto beneficio al tener vivienda y propiedades.
Ya sabemos la excusa que nuestros gobernantes van a dar: nuestro Ayuntamiento está endeudado y ha de pagar lo que debe, además de mantener al personal y su funcionamiento, por lo que a todos nos toca apechugar. Por nuestra parte, pensamos que un padre previsor no hubiera dejado a su familia en la indigencia, y que, llegado el caso, explotar a sus hijos (por no decir robarles) para que le saquen a él de la misma, es la solución más inmoral y abyecta de las posibles.
Joan Miquel Garcia, en Oliva, octubre de 2013.
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