Pensaban que eran puros, que no estaban contaminados, que la
luz que todo lo ilumina era suficiente para desprenderse del pecado original,
que el neonato sería como el paraíso, incluso mejor, tan sólo habitado por
seres asexuados, sin serpientes.
Pero no. Unos anuncian el advenimiento de una república
feminista, los otros mantienen a un líder de plastilina, los que más buscan el
poder a cualquier precio.
Las palabras se pervierten, las ideas se retuercen, tan sólo
el fin es lo importante, los medios están a su servicio, como las personas,
como sus votos. Es una religión, y como todas, incompatible con la razón, con
la modernidad.
Tras la euforia por los pingües resultados electorales, tras
los fracasos por consensuar, se empieza a sentir la sensación de ridículo, y,
lo que es peor, lo que nunca podían imaginar: son como los enemigos, como los
españoles, UNOS CHAPUCEROS.
JMGP dic-2015