viernes, 10 de marzo de 2023

ARBOLOFOBIA

No de otro modo se puede entender la relación que el Ayuntamiento de Oliva tiene con los árboles.

Esta semana se han cortado y arrancado las moreras que flanqueaban un lateral de la Via de Ronda, en la playa. Motivo: levantan las aceras, estropean los conductos de agua potable…

Con ello, la playa de Oliva pasa a liderar el dudoso ránquing de “arbolofobia”, pues, en toda su extensión, desde el sector 5 de Aigua Blanca hasta el 19 junto a Terranova (más de 3,5 km), que constituye el núcleo principal de urbanización junto al mar, no hay NI UN SOLO ÁRBOL de sombra en las calles. Solamente algunas palmeras, y algunos (pocos) árboles en plazas o zonas verdes. A los peatones QUE LES DEN.

En el casco antiguo de la playa, urbanizado hace más de 50 años, con aceras estrechas y densamente edificado, en donde el coche domina los viales, aún se podría entender que esto suceda. Pero en las nuevas urbanizaciones, desde los años 90 del siglo pasado, algunas promovidas por el mismo ayuntamiento, con aceras de anchos superiores a 2 m en algunas avenidas, el que no se haya previsto poner arbolado en los viales, tan sólo demuestra la “arbolofobia” con que se titula este artículo.

En una época en la que el cambio climático es protagonista -con el aumento de temperaturas año tras año-, en la que las palabras “sostenibilidad”, “calentamiento global”, “impacto ambiental”, y otras son auténticas protagonistas del discurso político, no se acaba de entender el porqué no se proyectan calles con árboles: reduce el calentamiento en las superficies y por tanto la temperatura ambiente, refresca al paseante que es (debería) ser el usuario principal de la calle, reducen CO2 y con ello contribuyen a la limpieza de la atmósfera… todo son ventajas bioclimáticas.

“Por vuestros hechos os conocerán” dice la máxima. También es signo de los tiempos: mucho predicar y poco practicar.

Joan M. Garcia. Marzo de 2023