Sería interesante conocer las estadísticas de los palabreos
a que nos tienen sometidos los recientes diputados, desde el 20D. Aún sin ello,
creo que no es aventurado sacar algunas conclusiones.
La palabra más repetida es NO. No me ajunto con este, no me hablo con el otro, no acepto lo que dicen,
no coincidimos en nada... son frases que se repiten día a día. Pero tanto
como el NO aparece el SI, pero es el condicional: si este habla con el otro..., si no se desdicen de lo que han
dicho..., si no cambian sus propuestas...
Otra de las más repetidas es DIÁLOGO: estamos abiertos al
diálogo, nosotros queremos dialogar, nunca dejaremos de dialogar... Pero,
curiosamente, todos los escuchantes, espectadores y lectores, tan sólo
asistimos a MONÓLOGOS: casi nadie habla con el otro, no llegan ni a concertar
una cita.
También es habitual hablar más del otro partido que del
propio, y, eso sí, todos son los auténticos oráculos que saben interpretar lo
que el pueblo ha dicho con sus votos.
La pequeña luz que abrió el pacto PSOE y CIUDADANOS,
lenguaje incluido, ya se encargan los otros de cerrarla a cal y canto. Y,
entretanto, todo irá a peor.
Si tuvieran la decencia, o el mínimo sentido del ridículo, deberían
todos dimitir, y dar paso a dirigentes capaces de realizar lo que en cualquier
organización o comunidad se hace todos los días: pactar para seguir adelante y
mejorar. Mientras no cambien sus mensajes, es porque tan sólo piensan en ellos,
en sus complejos, y no en el resto de españoles que perplejos, contemplamos
este deprimente espectáculo.
Joan Miquel Garcia, marzo 2016